sábado, 17 de diciembre de 2016

¡AQUELLOS DOS NIÑOS !



Aquí están, en Portugal, en una plaza cerrada con carros, nada más que Joselito y Limeño, la pareja que comienza a torear en el año de gracia de 1908, , Han ido a Portugal buscando campo para, sus hazañas. Han llegado allí de la mano de un guardia, como si fueran unos niños traviesos. Del guardia municipal sevillano José Martínez, que los vio debutar en Jerez el 19 de abril del mismo año, y que ha pensado, no en que se hallaba ante el coloso futuro de los toreros, sino en ambiciones más cercanas y concretas, en el interés de la parejita en las Plazas portuguesas y en su propio interés. Por lo pronto, ajusta los contratos y paga a los niños diez reales por corrida. Pero en aquella pareja de "niños sevillanos" iba en potencia y agraz el tremendo torerito, el amo del toreo dentro y fuera de los ruedos. Y en la tercera becerrada se planta. Ajusta por su cuenta el contrato de Campo Pequeño en mil pesetas y él se arregla con todos. Al "guardia", veinte duros, y al resto lo que es de ley, y no los ocho reales que José Martínez pagaba a los banderilleros. Y así, ante un mentor que ha visto como en un relámpago lo que tiene delante, torean catorce festejos más. Con unos novillotes que a lo mejor pasarían hoy por toros. Y aun en aquella época fueron suficientes para que la "seña Gabriela", más o menos enterada, mandase a por los chicos al peón Flavero. Pero ya se habían echado los cimientos —portugueses, para honra del Portugal taurino— de aquella pareja en la que iba un coloso.
En la fotografía puede verse claro. Limeño está en ella, muy marchosito para el objetivo de la máquina. Joselito está pan el suyo, que es ser el amo. Frunce el gesto y observa lo que les va a salir, para aprender lo que su portentosa intuición deja al oficio. Está ya en el sitio de responsabilidad, que no dejó nunca. A lo mejor ya ha puesto en su sitio al "guardia", y piensa además en las futuras contratas. Así fue lo que fue. Y ya se le adivina por debajo de esa guayabera blanca, por cuyas mangas asoman demasiado las muñecas; en su pantalón flamenco y en sus zapatillas. Pero, sobre todo, hay el gesto de ir a lo suyo, de estar en lo suyo, de ser el eje. Y tenía trece años.

1 comentario:

  1. Hola, Antonio. Desde hace tiempo que intento reconstituir el paso de Gallito por Portugal, primero con los Niños Sevillanos y después a solo. Puedes informarme onde obteneste esta imágen? Muchas gracias y un fuerte abrazo.

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