lunes, 21 de marzo de 2016

JUAN ANTONIO CERVERA


Son muchos los toreros a los que el ritmo acelerado de la vida les hizo desfilar como fantasmas fugitivos, al menos para la memoria de los aficionados, porque la curiosidad necesita acudir velozmente a la gente nueva que sin cesar aparece, y entre los que no gustaron el sabor de la fruta de la nombradía y cayeron hace tiempo en la sima del olvidó figura el matador de toros Juan Antonio Cervera, nacido en Montoro (Córdoba) el dia 1 de mayo del año 1866. No fue impaciente para dedicarse a la lidia de reses bravas, puesto que no se entregó a ella hasta que estuvo próximo a cumplir los veinte años; mozo de muy elevada estatura, su arte careció de gracia y vistosidad, y si se abrió paso —un paso estrecho, claro está— fue merced al brío que ponía para dar frecuentemente unas estocadas tremendas, cosa relativamente fácil para él por el dominio que su talla física le prestaba. Téngase en cuenta que en su época disfrutó la estocada de mucho prestigio, y si Cervera no lo alcanzó fue porque no daba realce a la ejecución de la suerte.; es decir, que los espectadores le veían meter la tizona sin experimentar la emoción que produce el volapié cuando se practica como lo practicaron los grandes estoqueadores en sus respectivas modalidades. 

Hizo sus primeras correrías por las Plazas de la provincia de Córdoba, y se presentó en Madrid como espada novillero el día 9 de marzo de 1890, alternando con Juan Gómez dé Lesaca en la lidia y muerte de cuatro astados colmenareños de doña Carmen García y 'hermanas, hijas de Puente López. Cervera dio cuenta de los llamados ((Lechuguino», colorado, y ((Zorrito», retinto, y el semanario «El Toreo» juzgó su trabajo en el resumen de la revista con estas palabras: «Cervera tiene desahogo cerca de los toros, para al pasar y se arrima. A l herir se arranca desde cerca, pero sin esperar a que los toros estén cuadrados o en disposición, lo cual prueba que desconoce mucho el arte. En la brega, trabajador.» Repitió el 3 de agosto del mismo año, esta segunda vez para estoquear toros de don Faustino Udaeta con Miguel Almendro y Cándido Martínez, «Mancheguito»; no pudo dar muerte más que al primero de suls enemigos, tercero de ¡a tardé, llamado «Bragaíto», cárdeno, pues el sexto volvió al corral después de banderilleado, por hacerse de noche, y el referido semanario se expresó así al ocuparse del montoreño : «Cervera es un novillero casi desconocido en Madrid, pero esto no obsta para que sepa del arle de torear muchas cosas que suelen ignorar los novilleros. Pasó con tranquilidad al único toro que estoqueó, y, aunque la estocada no fué colocada en muy buen sitio, no estró mal en la suerte. Tiene la buena cuíalidad de que no estorba nunca a sus compañeros y de que en quites sabe lo que hace.» Con el salvocondúcto que le facilitaron aqueHas estimables actuaciones en Madrid, circuló por las Plazas de provincias como un novillero más, sin hacer llamadas a la atención, pero demostrando que nada le venía ancho cuando de «entrar por uvas» se trataba. El día 12 de septiembre de 1895 obtuvo un feliz éxito en el mencionado ruedo madrileño. Celebróse Un festejo mixto, cuya primera parte se compuso de la lidia de dos becerros por las «Señoritas Toreras» catalanas, y a continuación debían estoquear Cervera y Alejandro Alvarado, «Alvaradito», cuatro toros defectuosos, uno de cada una de las ganaderías de Veragua, Aleas, Miura y don Tiburcio Arroyo (antes de Medrano); pero, herido el segundo de dichos matadores al hacer un quite en el toro primero, Juan x4ntonio hubo de estoquear los cuatro animales, verdaderamente imponentes por su tamaño y sus defensas, singularmente el de Aleas, llamado «Marismeño», retinto oscuro, con seis años sobre los lomos, y el de Miura, «Corcito» de nombre, de siete años y «capaz de asustar a cualquiera», como dijo «El Enano» en la revista de tal espectáculo. 

Pues bien; Cervera escuchó cuatro grandes ovaciones por la valentía y el acierto que puso al estoquear a aquellos «pavos», amén de las que ganó bregando sin descanso y no dándose un punto de reposo haciendo quites con mucha vista y gran oportunidad, pues aquellos astados demostraron un poder que estuvo en consonancia con su descomunal tamaño. Indudablemente fué aquella la página más brillante de su historia taurómaca. Siguió el hombre de novillero, y al final del año 1896 marchó a México, en cuyo país permaneció bastante tiempo, y esta larga ausencia contribuyó no poco a que se le fuera olvidando y a que las Empresas no le tuvieran en cuenta cuando regresó. Gastado, profesionalmente, y madurito ya, pues contaba sus buenos treinta y cuatro años, se decidió a tomar la alternativa, sin duda para tener la satisfacción de haber llegado a ser matador de toros, y el día 3 de septiembre del año 1900 recibió tal investidura, de manos de Joaquín Navarro, «Quinito», en la Plaza de Villarrobledo (Albacete), al estoquear mano a mano seis toros de Flores. Después de este paso, siguió en las regiones del olvido, y, en vista de ello, tomó la determinación de marchar de nuevo a tierras mejicanas, donde pasó algunos años toreando y ganando para vivir. Allí toreó su última corrida, y cuando regresó a España fijó su residencia en el pueblo en que naciera y se dedicó al comercio de comestibles. ¿ He dicho que toreó su última corrida en México? Pues he dicho mal, porque cuando llevaba bastantes años retirado de la profesión y contaba más de cincuenta de edad, se le ve torear una corrida en Bélmez (Córdoba) con fecha 25 de julio de 1917, en la que estoqueó dos toros- de Páez alternando con «Manolete». 

Y ésta sí que fue, definitivamente, su última corrida. Juan Antonio Cervera es una figura borrosa en la historia del Toreo, un diestro que apoyó sus actuaciones, principalmente, en la imponderable fuerza de su brazo; y como en su época no existía la propaganda, pasó sin pena ni gloria y sin que sus formidables estoconazos dejaran en el espíritu de los aficionados ninguna sugerencia, ninguna emoción honda, ninguna nostalgia, o sea, que sus estocadas carecieron de ese eco duradero propio de la profundidad artística que es privilegio de las notabilidades.

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