sábado, 28 de noviembre de 2015

EL SUPUESTO SECUESTRO DE "EL PIPO"


Año de 1971,Francisco Núñez «Currillo» es un torerito que ha llamado la atención entre los aficionados y los «técnicos». La edad de Currillo debe ser la precisa para tener un carnet profesional y hacer el paseíllo vestido de luces por esas plazas de Dios. 
La acción se desarrolla en Cádiz y su provincia. Don Rafael Sánchez «El Pipo» no anda en aquellos pagos por casualidad. Ha oído decir que por la Andalucía gaditana hay unos muchachos que torean y se acerca a verlos. Y en San Femando y en Sanlúcar los ha visto torear y le llama la atención un tal Currillo. Y se fija en él. Y lo anota en su cuaderno de apuntes y lo «marca» en corto. Visita al padre de Currillo, a don José Núñez Domínguez, y te habla, de las posibilidades del chaval,el padre del torerillo le dice que no. Que el chaval cuenta con apoderado por cinco años, según documento escrito, y que, en todo caso, se ponga al habla con don Pedro López Montes, apoderado legal, y con don Gabriel Puerto Peralta, empresario exclusivista por dos años. Así las cosas, el lunes 15 Currillo no llega a  casa cuando por costumbre y respeto a la familia formalmente está. Por Medina aseguran que le han visto con el Pipo, y el alarmado padre hizo asociación de ideas. Ni corto ni perezoso presenta en la Comisaria la correspondiente denuncia en el sentido de que don Rafael Sánchez se había llevado a su hijo sin consentimiento paterno. Localizado en un hotel de Cádiz por la acción policial. Currillo se fue a su domicilio tras pasar por la Comisaría y al Pipo no le valieron las alegaciones de dolencia cardíaca para, con las diligencias pertinentes, declarar en la Comisaria y quedar a disposición judicial.  

Tras la denuncia formulada por don José Núñez Domínguez, de cincuenta y ocho años de edad, y sucesivo actuar de la Policía, el Pipo muestra pocas horas después un manuscrito del denunciante publicado por «El Diario de Cádiz» y reproducido por la Prensa nacional en el que libra de mala voluntad al «malo» don Rafael y ruega «que no se molesle por esta causa al señor Pipo». 

El asunto no llegó a más, Currillo volvio al redil, el pipo se quedó sin "descubrimiento" y Gabriel Puerto Peralta se indignó

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