martes, 3 de junio de 2014

MANUEL JIMENEZ VERA "CHICUELO"


Matador de toros español, nacido en Sevilla el 10 de diciembre de 1879, y fallecido en la capital andaluza el 18 de noviembre de 1907.Conocido por "Chicuelo", remoquete que después sería heredado por todos los continuadores de la gloriosa dinastía torera a la que dio lugar Manuel Jiménez Vera: su hijo Manuel Jiménez Moreno, que fue un grandioso matador de toros, y el inventor del famosísimo lance de capote bautizado como chicuelina; su nieto Rafael Jiménez Castro, hijo del anterior, que también llegó a doctorarse en tauromaquia; y su otro nieto -hermano de este último- Manuel Jiménez Castro, que fue primero novillero y después pasó a vestir el terno de plata de los subalternos. Además, en la última década del siglo XX ha aparecido un tardío epígono de esta dinastía que ya se anuncia en las funciones de novillos bajo el histórico sobrenombre de "Chicuelo"
A pesar de la semejanza en los nombres, apellidos y apodos taurinos, no tienen relación alguna con la auténtica saga de los "Chicuelo", iniciada por Manuel Jiménez Vera, los siguientes matadores de reses bravas: el diestro mejicano Manuel Jiménez González ("Chicuelín"), su hijo Jesús Jiménez ("Chicuelín"), el espada conquense Manuel Jiménez Díaz ("Chicuelo II"), y el sobrino de este último, Ricardo Sevilla Jiménez ("Chicuelo de Albacete").


Su temprana afición le llevó, cuando era todavía un niño, a recorrer cuantas tientas y capeas se celebraban por los alrededores de Sevilla, con lo que pronto logró hacerse un hueco entre los maletillas más solicitados. En breve tiempo comenzó a destacarse, entre el resto de los impetuosos aprendices del Arte de Cúchares, por la elegancia con que ejecutaba las suertes, finura verdaderamente rara en un chaval de tan corta experiencia, y aún más extraña en aquellas plazas menores donde tenían lugar sus primeros lances. Lógicamente, estas precoces cualidades llamaron la atención de los taurinos profesionales que poblaban su entorno, y antes de haber alcanzado la veintena ya andaba el joven Manuel Jiménez al lado de algunos espadas tan destacados como Rafael Gómez Ortega ("El Gallo") o Manuel Molina ("Algabeño Chico"), quienes lo llevaban consigo en calidad de sobresaliente.
No desaprovechó "Chicuelo" estas magníficas oportunidades, y ya durante dicho período de aprendizaje al lado de las figuras más descollantes de su época logró algunos sonados éxitos que crearon en la afición andaluza una viva expectación ante su inminente toma de alternativa. Sin embargo, aún le faltaba culminar esta etapa novilleril con su presentación en plazas de primera categoría, deuda que se saldó el día 3 de septiembre de 1899, en las arenas del coso de Valencia, desde donde salió directamente catapultado para comparecer, por fin, ante la primera afición del mundo.
En efecto, el día 22 de octubre de 1899 Manuel Jiménez Vera ("Chicuelo") hizo su primer paseíllo en la capital de España, para enfrentarse con un lote de novillos de la ganadería de Ibarra, en compañía de los jóvenes novilleros "Revertito" y "Saleri". Su nombre ya circulaba, por aquel entonces, en los corrillos de los aficionados más entendidos, circunstancia de la que se aprovechó el joven diestro sevillano para formar, en compañía de otro joven valor del momento -Juan Domínguez ("Pulguita Chico")-, una cuadrilla de toreros juveniles. Durante la campaña de 1900, esta agrupación de jóvenes aprendices triunfó ruidosamente en varias plazas de provincias, lo que propició que, tras su rápida disolución, Manuel Jiménez Vera volviera a anunciarse como novillero en Madrid precedido de una gran expectación. Y así, tras una brillante culminación de su etapa de formación taurina, a finales de la temporada de 1901 ya se hallaba en perfectas condiciones para afrontar el paso decisivo de tomar la alternativa.



No rehuyó, para ello, el diestro sevillano ninguna responsabilidad; antes bien, se inclinó por asumir el grave compromiso de tomar la alternativa en Madrid, expuesto al desapasionado dictamen de la afición más severa del mundo. El día 15 de septiembre de 1901, en el coso de la Villa y Corte, fue apadrinado por el coletudo granadino Antonio Moreno Fernández ("Lagartijillo"), quien le cedió los trastos con los que había de acometer la lidia y muerte de Jineto, un burel cárdeno que había pastado en las legendarias dehesas de Pablo Romero.
Manuel Jimenez Moreno
Anduvo desacertado "Chicuelo" en el transcurso de su doctorado taurino, tal vez porque la gracia y finura de su estilo pedían reses más boyantes y menos ásperas que las que tocaron en su lote. Aunque este fracaso en Madrid supuso un brusco frenazo a su hasta entonces imparable carrera ascendente, Manuel Jiménez Vera se recompuso triunfando en diferentes plazas de provincias y en varios cosos hispanoamericanos, donde dejó muy gratos recuerdos. Sin embargo, un mal de otra naturaleza, muy distinta a la del fracaso profesional, vino a sumarse a los obstáculos que le impedían convertirse en una gran figura del toreo: afectado por la tuberculosis, tuvo que alternar su dedicación al toreo con largas temporadas de estancia en el balneario de Panticosa, donde esperaba reponerse de su grave dolencia.
A pesar de que la enfermedad lo iba abatiendo progresivamente, Manuel Jiménez Vera se negaba a cortarse definitivamente la coleta. El día 17 de julio de 1906 intervino en la que sería su última función taurina, celebrada en las arenas de Valencia, donde mató reses de los Castellones en compañía de los coletudos José Pascual Olmos ("El Valenciano") y Tomás Fernández Alarcón ("Mazzantinito"). A partir de entonces, su enfermedad se agravó de tal manera que "Chicuelo" se vio imposibilitado para volver a enfundarse un terno de luces. Retirado a su Sevilla natal, pereció el 18 de noviembre de 1907, cuando aún no había alcanzado los treinta años de edad. Y aunque esta prematura desaparición aniquiló una trayectoria torera que, de no haberse visto tan bruscamente interrumpida, podría haber conducido a su protagonista a las cimas más altas del Arte de Cúchares, al menos a la historia de la Tauromaquia del siglo XX le quedó el consuelo de que Manuel Jiménez Vera moría habiendo engendrado al que habría de convertirse en el gran continuador de su saga, Manuel Jiménez Moreno.

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