martes, 29 de abril de 2014

ANTONIO SEGURA CAMPOS "SEGURITA"



Era muy joven y ya llamaba la atención por el aplomo y el acierto con que veía la lidia  y llevaba la responsabilidad de su cargo, por lo que hizo creer que superaría a cuantos con él empezaron, si bien hay que advertir que siempre tuvo en su contra poner más empeño en bregar a conciencia que en buscar aplausos con adornos vistosos. Nunca fue su fuerte el manejo de la espada, pero hay que reconocer que en sus primeros años de novillero se le veía más acertado en la práctica de dicha suerte, y a propósito de esto se dijo que en sus abandonos pudo influir cierta enfermedad que exigió una intervención quirúrgica. Aseguraba el interesado que aquella dolencia le restaba alegría y facultades para ejercer la profesión. 

Pero es el caso que, resuelto el obstáculo, no cambió él de bisiesto. Como torero sabía como el que más supiera y no ignoraba la manera de practicar lo que había aprendido; pero fué luciendo cada día menos sus aptitudes, no mejoró sus procedimientos de estoqueador, y como no incorporó a su historia episodios de los que hieren la imaginación, el naufragio se hizo inevitable. ¿Cuáles fueron, pues, los rasgos que le distinguieron? Los conocimientos mencionados y sus dotes de peón de brega, los cuales le permitían no solamente realizar una labor eficacísima, sino estar colocado en el ruedo de manera que su capote fuera poderoso instrumento de ayuda y auxilio en determinados momentos de apuro. Nació en Madrid —en l a barriada del Puente de Vallecas —el 28 de diciembre de 1881. Dedicados los autores de sus días a la venta de carnes, a ello se dedicó también Antonio en cuanto aprendió las primeras letras, y es natural que dicho tráfico le obligara a frecuentar el Matadero, en el que sintió los primeros impulsos taurinos. No agradó a sus padres su determinación de hacerse lidiador, pero hubieron de transigir al ver que se interesaba por él un matador de toros tan señalado como Antonio Moreno, Lagartijillo, con el que toreó de banderi llero varias veces. Se ensayó como matador en Plazas de poca monta. El 27 de septiembre de 1898 se presentó en una placita qué hubo en Carabanchel Bajo; siguió estoqueando en ruedos de mayor importancia, y el 19 de noviembre de 1899 pisó por primera vez el de la Plaza de Madrid como tal matador de novillos, al dar muerte a los llamados Cabrero y Azucena, de don Filiberto Mira, alternando con el aragonés Ramón Tarodo, el Alhameño, nuevo también en tai ocasión. Repitió en dicha Plaza madrileña el día 10 de diciembre del mismo año, llevando esta vez de compañero al que fue luego banderillero en la cuadrilla de Machaquito, Ricardo Luque, Camará, y en seguida entró en la primera fila de los novilleros, hasta llegar a ser en 1901 uno de los que más torearon, no obstante hallarse entonces en candelero Vicente Pastor, Chicuelo, Revertito, Saleri, Gallito (Rafael) y otros que alcanzaron popularidad. 

Se hizo rancio en su categoría de novillero, estuvo en México y en el Brasil, y en el año 1906 escribía de él un crítico tan autorizado y ecuánime como Dulzuras: «¡Qué torero tan bueno nos hemos perdido con que se le haya pasado a Segurita la época del furor sin haberse hecho matador de toros!» En tal año toreó solamente seis u ocho novilladas. En 1907, el día 14 de abril, actuó en Madrid como sobresaliente en la primera corrida que dió la Empresa Mosquera (Algabeño y Machaquito, con toros de Veragua); catorce o dieciséis novilladas despachó en tal año. E l 9 de febrero de 1908 estoqueó reses de Miura en Madrid, con Serranito y Gordito, y obtuvo un triunfo absoluto, pues le vieron valiente como un lobo y tan torero como los mejores; pero tan brillante éxito ya no dió frutos, porque el que lo alcanzó estaba gastado, demasiado visto, y el público quiere novedades. No pasaron de diez o doce las funciones que en dicha temporada de 1908 toreó como tal matador de novillos, y antes de que terminase la misma, el día 8 de septiembre, tomó la alternativa en la Plaza de Santoña, fie manos de Guerrerito, con toros de don José Becerra. Solamente aquella corrida toreó en tal año como matador de toros; cinco en 1909, seis en 1910 (entre ellas la de su confirmación en Madrid, el 29 de junio, de manos de Saleri, con Relampaguito de testigo y ganado de don Félix Gómez), siete en 1911, tres en 1912, otras tres en 1913, y aburrido al ver que había pasado su época y estaba destinado a bailar con la más fea, dejó la espada, tomó el capote e ingresó como subalterno en la cuadrilla de Rodolfo Gaona, que fue lo que debió hacer bastantes años antes. En los primeros del siglo fue casi todos los inviernos a América, y estuvo no solamente en México y en el Brasil, sino en el Perú y en Uruguay; pero sacó muy provecho material de tales excursiones. El 20 de abril de 1919, en la corrida de inauguración de la temporada en Madrid (Gaona, Saleri II y Fortuna), al banderillear con las de fuego al toro Camarón, de Benjumea, jugado en cuarto lugar, sufrió una cornada en el muslo derecho, en í que creyó ver un aviso para retirarse. Al hacerlo así, obtuvo un empleo en el Matadero, fue asesor en la Plaza de Madrid y falleció el 31 de enero de 1950.

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