sábado, 8 de junio de 2013

SUERTES OLVIDADAS

                                                             El salto del trascuerno 


 

Durante los primeros pasos del toro por el redondel es cuando se solían dar todos los saltos que antí- guamente se veían en las plazas de toros, con cuya acción impulsiva y ligera pretendían demos trar los diestros que hacían tales ejercicios lo bien dotados que estaban de facultades físicas. El último torero que dio el salto del trascuerno fué Guerrita, quien de vez en cuando acostumbraba a lucir así el poder que tenía en las piernas. El susodicho salto consistía en pasar el lidiador de un brinco por entre las astas del toro, para lo cual salía a cuerpo limpio o con el capote recogido sobre uno de los brazos, tomaba a la res sesgada y al llegar al centro de la suerte, con la salida tallada, daba el salto esquivando el derrote en el momento de la humillación. Hacía falta, pues, no solamente ligereza sino una cantidad de vista nada despreciable. El torero, en su movimiento de avance, procuraba ir acelerándolo o deteniéndolo, según las facultades del toro, a fin de llegar al centro de la suerte atravesado y tapada la salida. El repetido salto no debía efectuarse con los toros de sentido, con los que se ciñen, ni con 1os burriciegos. Había que darlo con los toros que se prestaban a ello. Que es lo que suele hacerse con todas las suertes del toreo.

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