lunes, 25 de marzo de 2013

EL GUERRA Y EL GALGO
El Guerra por Julio Romero de Torres
Un día, D. Rafael Guerra “Guerrita”, tuvo necesidad de enviar a Cabra un galgo, como regalo a un amigo suyo que vivía en aquel pueblo. Como el perro era un lujoso animal, dudó en facturarlo por ferrocarril, ya que esa línea tenía un trasbordo en una estación intermedia y podía dañarse en la perrera o perderse el pobre perro.
Estaba meditando sobre ello cuando ocupaba un sillón en el Club del que era titular. En el momento que pasó el “Tuerto”, un vendedor ambulante muy popular en Córdoba de aquellos tiempos y que se dedicaba a vender de todo por la zona de las Tendillas, pregonando su mercancía que llevaba en un cajón de madera colgado al cuello. Sobre la marcha, Guerrita, decidió llamarlo y encomendarle el asunto de llevar personalmente el galgo a su amigo de Cabra.
Le dio dinero y explicó donde y a quién debía entregar el noble animal. " El Tuerto " servicial, cumplió el encargo de D. Rafael.
-“D. Rafael ya he “entregao” el perro. El viaje de ida y vuelta ha sido siete pesetas, como me dio diez le sobran tres pesetas, ahí le entrego lo que ha sobrado”. - “Muy bien Tuerto.” Dijo el Guerra, mientras se introducía la vuelta que le había entregado el vendedor en el bolsillo de su chaleco.
El singular “mandaero” se quedó esperando que el torero le entregara una recompensa por el servicio, pero no fue así, el torero se dio media vuelta y se marchó a sentarse en su Club.
El Tuerto decepcionado por la actitud del Guerra... Cada vez que pasaba por la puerta del Club vociferando la mercancía que vendía, subía la voz más de lo normal y decía: -“Se venden ¡¡Corbatas!! ¡¡Pañuelos!! ¡¡Calcetines!! ¡¡ Medias !! Y estirando el cuello todo lo que daba de sí, asomaba la cabeza por la puerta del Club decía: -“¡¡Y no se llevan galgos a Cabra!!”.

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