jueves, 1 de diciembre de 2011

DIEGO VALOR

Where My Heart Will Take Me (Faith of the Heart)
Diego Puerta Diánez (Sevilla, 1941) es un caso curioso en la historia del toreo: se retiró de los ruedos en el año 1974, en un mano a mano en la Real Maestranza con su compadre Paco Camino, cuando gozaba de una merecida condición de primera figura del toreo. Solo contaba con 33 años; y lo insólito es que no volvió a vestirse de luces.
Aunque nunca desveló los motivos de su decisión, lo cierto es que tenía el cuerpo cosido a cornadas; 55 sufrió durante los 16 años que estuvo en activo, y en cuatro ocasiones estuvo al borde de la muerte y recibió la extremaunción. A pesar de que se recluyó en el campo, en tareas ganaderas y agrícolas, y que no se prodigó en los medios de comunicación, siempre se le ha reconocido como uno de los toreros más importantes de la década de los sesenta que destacó por su valor heroico, su gracia torera -fue uno de los referentes de la escuela sevillana-, su entrega, su desmedido aplomo y su ambición para no dejarse ganar la pelea ni por el toro ni por sus compañeros.
Diego Valor -así fue conocido en sus días de gloria- falleció ayer a los 70 años, en su domicilio sevillano, por un fallo multiorgánico a consecuencia de la diabetes que padecía, que le había producido una grave insuficiencia cardiaca y renal. La capilla ardiente fue instalada en el Ayuntamiento. Hoy será incinerado tras un funeral en la iglesia de San Bernardo, de cuya hermandad era devoto, como muchos toreros.
Diego Puerta había nacido en el barrio del Cerro del Águila, muy cerca del matadero, donde aprendió las primeras lecciones toreras; tras una exitosa campaña como novillero, tomó la alternativa en la Maestranza el 28 de septiembre de 1958, apadrinado por Luis Miguel Dominguín y con Gregorio Sánchez como testigo. Y ahí comenzó una carrera plagada de obstáculos, con las corridas duras como primer plato, las graves cornadas, después, y con el arrojo, la entereza y la torería como armas principales para alzarse con el triunfo entre tantas dificultades.
No fue contratado en Sevilla en 1959, lo que le supuso un grave contratiempo. Y ese mismo año, en Bilbao, un toro le partió el hígado y salvó su vida de milagro. Y llegó a la siguiente feria de abril dispuesto a comerse el mundo. El 30 de abril se enfrentó a un toro de Miura, de nombre Escobero, de 593 kilos de peso, al que Puerta le cortó una oreja en una de esas tardes eternas por el valor deslumbrante que derrochó el torero, quien no se arredró tras dos espeluznantes cogidas, y al que obligaron a visitar la enfermería con el cuerpo dolorido y magullado. Al día siguiente, no repuesto aún de la tremenda paliza, volvió a hacer el paseíllo para cortar tres orejas y salir de la feria convertido en una reconocida figura de la época. Poco después, se compró su primera finca, a la que bautizó con el nombre del aquel fiero toro que tanto le hizo pasar y que lo encumbró a la gloria.
Triunfó días más tarde -el 20 de mayo- en su confirmación en Las Ventas, de la que salió por la puerta grande, una gesta que repetiría hasta siete veces más en su carrera.
Y en la feria abrileña de 1968, una tarde de molesto vendaval, junto a Antonio Ordóñez y Curro Romero, y en presencia de los príncipes de España, cortó las dos orejas y el rabo al toro Gallineto, del Marqués de Domecq, y cinceló su nombre con letras de oro en la historia del toreo.
Ha muerto una de las figuras del toreo más sobresalientes del siglo XX; uno de los grandes, depositario del aplomo, la entrega, la gracia y la torería: Diego Valor.
Fuente: "El Pais"

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