viernes, 28 de octubre de 2011

CRONICAS DE VILLALUENGA

EL CHIVO NEGRO
“Por lo que aparece en el Comercio del 28 del ultimo mes, he deducido que El Nacional da demasiada importancia a los rateros que vagaban por la sierra, y con objeto de dar enterar a Vds. de lo ocurrido y calmar la inquietud del Nacional, hare una ligera y verdadera relación de todo.
En el camino que conduce de El Bosque a Ubrique, y en el sitio nombrado Arroyo de la Silla, termino de Benaocaz, salieron cinco rateros enmascarados la mañana del día 8 , dos con palos y tres con escopetas, con objeto de sorprender a Francisco de Casas , guarda de las dehesas que e el Bosque posee el Excmo. Sr. Duque de Osuna, y como el guarda tratase de defenderse, al echar mano a su retaco le dispararon los rateros un tiro del que le quebraron el brazo derecho, hiriéndole al propio tiempo la cara y dándole un plomazo al caballo que aquel montaba, el cual echó a correr despavorido, siendo esta la causa de que no hubiera de que no hubiese sido asesinado el Casas. Conducido que fue al Bosque, se encuentra ya casi restablecido.
El jefe de los rateros era un vecino de Benaocaz conocido por “el chivo negro” que, por desertor de presidio y asesino, vagaba por los montes. La guardia civil lo perseguía, con la mayor actividad, pero eran inútiles todas las diligencias por lo escabroso del terreno y por el abrigo que aquel criminal encontraba en los caseríos. Sabedor “El Chivo negro” de los esfuerzos de la guardia por avistarlo, no tenia punto fijo, y así es que el día 19 del citado mes con noticia de que en Benaocaz había algunos guardias ,les mandó un papel escrito con lápiz desafiándoles para que saliesen al sitio que llaman “agua nueva” camino de Villaluenga, donde los esperaba: en el momento en que el sargento de l guardia recibió el anuncio salió con cuatro individuos de dicha arma al sitio que se le designaba, previo aviso a la autoridad de aquel pueblo; mas tan luego como el “chivo negro” los vio, se puso en fuga con los suyos, introduciéndose en la sierra y haciendo disparos que se veían salir de entre las peñascos, sin distinguirse a que los hacia.
Los guardias, no obstante seguían la dirección del sitio de donde salían los tiros sin haber llegado a disparar sus fusiles; mas ya oscurecido tuvieron que abandonar la sierra, y al efectuarlo se encuentran con la autoridad de Benaocaz que, con un paisano armado con un palo, venia a prestar el auxilio debido.
El “chivo negro” siempre temeroso aún de los cuatro que le acompañaban, les recogía de noche las armas, mas al hacerlo en el día 26 fue asesinado a puñaladas por dos de sus dichos compañeros que se dice ser desertores del ejercito. Desde la muerte del susodicho nada se dice de rateros en esta sierra
He aquí todo lo ocurrido con esa horda de rateros que tanto pondera el Nacional : aunque un hermano de “chivo negro” que se conducía preso desde Benaocaz a Villaluenga se les fugó a sus conductores, nada tiene que ver esto con la partida de que acabo de hablar.
La guardia civil situada e estos pueblos no descansa, pero todos sus trabajos quedan burlados por lo escabroso y complicado del terreno; no sucederá así cuando ya prácticos los guardias, no necesiten ni guías ni de preguntar en rancho alguno, pues lo que mas hay que observar es la completa de esos que, se pretesto de trabajar en los montes, estan provistos de documentos.” “El Heraldo” de Madrid 13/10/1847

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